Estamos a punto de acabar nuestro tercer año de enfermerÃa y parece haber pasado una eternidad. Últimamente, especialmente estas vacaciones de semana santa me ha dado por reflexionar. Quizás para la mayorÃa no sea de gran interés pero la experiencia en el mundo sanitario es muy conmovedora.
He pasado ya por varios rotatorios. En primero de carrera tuve la oportunidad de pasar una semana en la planta de pediatrÃa, supuestamente observando. Para mà fue una de las mejores y peores experiencias que tuve. No sólo porque observé poco, si no que cuando decidà estudiar esta carrera, aunque suene ridÃculo, querÃa "curarme" de mi fobia hacia las personas.
Nunca he sido una persona muy comunicativa y lo que menos soporto es el contacto humano. Aunque sea extraño no me gustan las caricias, que me cojan de la mano ni siquiera que me apoyen la mano en el hombro, Solo me gustan los abrazos y si salen de mi. O antes de empezar esta experiencia.
Durante estos años he visto a personas felices, personas que evolucionan y personas que se van por el camino. Siempre me ha gustado la técnica sanitaria, las urgencias, el movimiento. Pasé un año en una planta de traumatologÃa y pensaba que eso de crear lazos con los pacientes era imposible. O cruzar la barrera de la empatÃa. Hubo momentos en los que me acerqué, dónde los pacientes pasaban más tiempo que yo en esa planta. Enfermos, moribundos. Alguno sin esperanza, incluso sin familia. Y de verdad, que parece una tonterÃa. pero a veces solo una sonrisa es lo que hacÃa falta. No es que fuera mala enfermera, pero me gustaba la parte técnica, realizar curas, coger vÃas, realizar analÃticas. Incluso me gustaba el papeleo.
Este año descubrà mi pasión y a lo que quiero dedicarme. A una entrada y salida de pacientes. Cualquiera dirá que ese objetivo que tenÃa de quitarme el miedo al contacto, de empatizar, ha sido nulo. Hasta ahora. Me gusta la urgencia, el quirófano. Me gusta formar parte de ese movimiento esencial que determina la vida o la muerte de una persona. Jugar a ser Dios, llámalo como quieras, pero estar presenta y formar parte de ello. Me gustan las herramientas que usamos para ello, las técnicas, precisión y nuestro comportamiento. También me gusta cuando médicos y enfermeros somos uno solo. La confianza que depositan en mà y la sabidurÃa que me ofrecen.
Sin embargo, este mes, estas semanas, estos dÃas, he roto mis barreras. No es que quiera hablar sobre ello, para nada. No os voy a hablar de todas y cada una de mis experiencias. Pero he visto a personas vulnerables. Personas sin ganas de vivir y que con un pequeño cambio han ganado esperanzas. Algunas solas, no acompañadas en el duelo del cambio. Rechazadas, marginadas e incluso ignoradas por el personal sanitario. Por tener un pequeño defecto auditivo, cognitivo. Aunque al fin y al cabo, personas. En un mes he aprendido que a veces ocupar el espacio personal de alguien y sentarte a su lado es la única manera de rescate, A veces lloran en tu hombro, pero al dÃa siguiente te lo agradecen con una sonrisa. Te lo agradecen depositando en ti su confianza, sus buenos dÃas y su amabilidad. Algunas veces pelean, se resisten y te insultan. Pero eso es lo que necesitan, ¿no? Y tu vuelves con tu mejor sonrisa.
He empezado a sentarme, a quitarme la vergüenza por las mañanas. A ganar respeto hacia los demás con un buenos dÃas y un "siento despertarte". A no hacer las cosas deprisa y corriendo y hablar, escuchar incluso compartir mis vivencias. He conseguido ser la sonrisa y el "Hola" más energético de una persona aislada que no escuchaba. Y aún sabiendo que prácticamente no entendÃa la mitad de lo que decÃa, contarle cosas. He animado a caminar a personas que la depresión les habÃa abrazado hasta hace dÃas. A veces he sido la "Punching ball" de más de uno y eso no me ha impedido volver con una sonrisa. He visto a madres desconsoladas que han perdido a su hijo y aun asà dedicarte un "gracias". A pacientes moribundos que han salido con una vida por delante. Me he llenado de frases gratificantes como "vas a ser una gran enfermera" y "deberÃas ser el orgullo de cualquiera que te conozca".
¿A qué viene todo esto? A que nunca imaginé que amarÃa algo por encima de mi persona. A que cuando te quieres dar cuenta, ya no eres una niña. Eres toda una mujer de la que dependen más de 25 personas. Y sé lo que tengo que hacer. Tengo los conocimientos y las fuerzas para cambiar y mejorar sus vidas. Y todo estos pensamientos debidos a una caricia en el rostro, una mirada.
"Vas a ser una gran enfermera."
A lo largo de dos semanas me han mirado en ocasiones a los ojos, a veces me han sostenido la mano y me han preguntado: ¿Te gusta tu trabajo? Dependiendo del dÃa asiento, incluso sonrÃo, afirmo con un sà he incluso me tiembla la voz.
No estaba preparada para esto. Lo que yo querÃa era ver rostros fugaces, salvar vidas, cortas estancias, mucho movimiento. Ahora veo los mismos rostros a diario. A lo largo de estas dos semanas le quitamos la vida a una mujer, se la devolvimos a un hombre y conservamos la del resto.
Un hombre moribundo no mejoraba, echó la vida a través de su boca y desde entonces, nunca esta solo. Desde entonces me sigue con la mirada. pronuncia sonidos cuando le pregunto. A veces es capaz de tartamudear mi nombre. Ese hombre, su familia me utilizó como ancla. Y no me pude negar.
Hicimos una fiesta cuando la niña más guapa de la planta se recuperó. Cuando habÃa perdido las esperanzas y prácticamente se deprimió. " Lo conseguiste", le dije. Volvió a los dÃas con un abrazo y una sonrisa nueva.
Él está solo.Tiene una familia increÃble y estoy segura de que lo sabe. Pero están cansados. Todos están cansados. Hasta yo estaba cansada. Me negaba a entrar en la habitación de un paciente aislado que ni siquiera era mÃo. Él no me escuchaba y yo no querÃa gritar. HabÃa perdido ambos pies. TenÃa poca esperanza. Al dÃa de conocerle, paso más de treinta minutos al dÃa con él. Ahora me escucha, o eso creo. Pero sonrÃe. Hay esperanza en su rostro, hay felicidad. Me coge la mano, le cuento cómo florecen los árboles de alrededor. Y cada dÃa que salgo por la puerta teme que sea la última vez que nos vayamos a ver. Yo le digo que no, que mañana volveré. Y si no el Lunes. Pero que vendré a darle los buenos dÃas, que no me olvidaré de él.
¿Qué si me gusta mi trabajo? Me encanta. Siento que soy una persona nueva cada vez que piso la acera que hay frente al hospital. Porque prefiero salir con una sensación agridulce que con felicidad. Eso no serÃa real. Me siento más fuerte. Me siento viva. Siento que me devuelven una parte que habÃa perdido de mÃ. Pero también llega el dÃa en que me siento en el sofá de mi casa y trato de evitar romper a llorar. No significa que sea débil.
Ella no lo sabÃa pero la escuché.
"Quiero que sepas que llegará muy lejos"
Gracias a todos mis pacientes, sanitarios, médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, que me están formando para ser la persona que soy.
Simplemente: Gracias
xXx